jueves, 8 de noviembre de 2012

CUENTOS DE HALLOWEEN



 
CUENTOS PARA HALLOWEEN

EL MONO DE HALLOWEEN

 
Historia de una noche de halloween. Nicolás fue a halloween vestido de plátano verde, es decir como si estuviera muerto.
Nico fue a pedir caramelos a su ciudad natal Triápolis. Pdió en un montón de casas pero cuando llegó a una casa con su jardín seco, muchas palmeras y arboles con lianas secas, fue a llamar a la puerta y salió un mono. No era un mono normal sino que era un mono zombie y como Nico iba vestido de platano muerto este mono se lo quería comer.
Lo cogió y lo metió a su casa .Su casa era totalmmente verde, con plantas exóticas y… ¡Millones de peladuras de platano gigante!
El mono Monestein, que así se llamaba, echó al niño en un plato gigante .Los bananeros daban plátanos gigantes y podridos por eso se confundió con Nico.
Unas horas más tarde otro niño llamado Juan fue a pedirle caramelos y cuando abrieron la puerta vio a Nico en aquella situación, entonces se marchó corriendo a llamar a su padre.
A la casa llegó el padre de Nico con agentes de la policía y consiguieron salvar al niño de las garras del malvado mono que huyó despavorido y nunca más se le volvió a ver por aquel lugar.

MIGUEL

 

LA MANSIÓN BOTWEL


Sucedió el 31 de octubre. Sí, eso es: el día de Halloween. Ana estaba pidiendo caramelos por las casas con sus amigas Lucía y Jimena y su prima Rebeca. Se lo estaban pasando pipa hasta que llegaron a la Mansión Botwel. Era la casa de un zombie muy, muy avaro, desagradable y maloliente. Llamaron y el timbre sonó con un grito: ¡¡¡¡Ahhh!!!! Lucía y Rebeca salieron pitando pero Ana y Jimena que eran muy valientes se quedaron frente a la puerta. Nadie salía. Jimena, aburrida de esperar empujó la puerta y esta se abrió con un chirrido. Entraron y como no se veía nadie se dirigieron a la cocina que estaba llena de telarañas y ratas. –No se cómo puede vivir alguien aquí- dijo Ana. –Ya- respondió Jimena. Cagaditas de miedo, fueron al salón, enfrente de la cocina. Tampoco había nadie pero de repente... Se abrió la puerta y apareció un zombie muy feo. Parecía ser aquel bicho avaro, desagradable y maloliente que vivía allí.

Ana y Jimena se colocaron detrás de la puerta esperando que el zombie no entrara. El zombie subió a la parte de arriba y miró por la ventana a Lucía y Rebeca que esperaban ansiosas en la puerta. Rebeca llamó a Ana al móvil y esta lo cogió. –Dime- dijo Ana muy bajito. –Hay un zombie en la ventana- dijo Rebeca. –Ya, bueno haced como que no hay nadie en la casa y sentaos alejadas-. –Vale- Lucía y Rebeca se alejaron y en ese momento el zombie desapareció. Ana y Jimena aprovecharon para salir corriendo cuando oyeron que el viejo zombie bajaba y las perseguía. Las cuatro corrieron tanto hasta llegar a sus padres que casi se mueren del infarto. Se lo contaron todo a sus padres mientras el zombie les miraba y los padres les dejaron quedarse a dormir en casa de Ana. Esa noche lo pasaron fatal pero dominaron al miedo estando la cuatro valientes chicas juntas. –Una aventura para la eternidad- dijo Jimena y todas se pusieron a reír.
KAREN

  UN HALLOWEEN DIFERENTE

Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo. En la noche de Halloween se trasladaban al mundo de los niños en el que hablaban jugaban y les contaban cuentos. Pero un año, en la fiesta de Halloween algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y se enfadaron tanto que sus furiosos gritos asustaban a los niños. Como no dejaron de gritar cada vez se entendían menos las palabras de los monstruos. Finalmente, sólo se quedaron unas pocas letras, como la G y la R , de forma que en la noche de Halloween solo se les podía escuchar decir " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!". Y para los niños era algo terrorífico.


A partir de aquello, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que sólo pensaban en comernos y asustarnos.
 
Un día, una niña vio escondidas bajo unas hojas todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy preocupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella niña en la siguiente noche de Halloween dejo las letras junto a su ventana para que las recogiera algún monstruo. Cuando aquella noche fueron a visitarla los monstruos y vieron las letras se alegraron tanto que con gestos la pidieron que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó las dulces voces de los monstruos.
Los monstruos agradecidos la dieron las mejores golosinas y a partir de esa noche todas las noches de Halloween son como la de hace muchos años en la que los monstruos y los niños jugaban se contaban cuentos y compartían golosinas.
ALEJANDRA