miércoles, 29 de octubre de 2014

HIPÓMENES Y ATALANTA

Partiendo de la leyenda griega que tiene como protagonistas a Hipómenes y a Atalanta, hemos creado en nuestro taller de escritura semanal un texto en verso que nos narra la misma historia. Esta es una pequeña selección de nuestros trabajos. Esperamos que os guste.

HIPÓMENES Y ATALANTA  por MENCÍA ROMÁN

Era una joven doncella
que corría como una centella.
Se pasaba el día corriendo,
como si la empujara el viento.
Atalanta se hizo atractiva
y a la vez muy altiva.
Al cabo de varios meses
tuvo muchos pretendientes.
Eran todos tan pesados
que fueron todos retados.
Tan segura estaba de ganar
que una lanza les puso de ventaja.
Hipómenes un día apareció,
y el reto de derrotarla aceptó.
La campana sonó
y los dos corrieron veloz.
Hipómenes que era más lento
ideó un invento.
Tres manzanas de oro tiró
y su atención desvió,
y con ello la carrera ganó.
Se casaron, fueron felices,
y comieron perdices.

HIPÓMENES Y ATALANTA por HENAR CAMINERO


Atalanta feliz estaba,
e Hipómenes a ella miraba.
Todos sus pretendientes,
de sus carreras estaban pendientes.
Al mejor corredor,
ella le daría su amor.
Hipómenes la quiso desafiar,
Y  luego con ella poderse casar.
El joven la carrera comenzó,
pero Atalanta rápido le alcanzó.
Como Hipómenes iba perdiendo,
una manzana arrojo sonriendo.
Atalanta al verla la cogió,
e Hipómenes entonces más corrió.
En unos segundos la rápida atleta ya ganaba
e Hipómenes otra manzana tiraba.
Con ello él se puso contento
pues ella se paró un momento.
Pero Atalnta apareció
e Hipómenes atrás volvió.
Su última manzana dejo rodar
Y así a ella poder adelantar.
Como estaba muy atento
a meta llego sin aliento.
Y Atalanta con él se casó
y para siempre le amo.

miércoles, 15 de octubre de 2014

CUENTO CON SIETE PALABRAS

LA PIEDRA EN EL ESTANQUE:  Gianni Rodari parte de la idea de que: "una palabra lanzada en la mente produce ondas superficiales y profundas". Esto provocaría asociaciones, recuerdos, fantasías, historias, …
Se trata de proponer a los niños una palabra o un grupo de palabras y trabajar con los contenidos que les sugieran.

LA ANCIANA MISTERIOSA por Lara García

Había una vez una anciana muy misteriosa. No hablaba con nadie y siempre que salía de casa se quedaba observando algún  lugar en el que aparentemente no había nada; pero ella lo miraba como si hubiese algo importante. Aquella anciana siempre llevaba una lupa, pero nadie sabía para qué la usaba.
Un día, una niña llamada Cloe, salió de su pequeña casa a medianoche para dar un paseo, y penetró en una gran arboleda en la que destacaba una gran encina. En la encina había ventanas, una puerta… y de repente apareció esa misteriosa anciana de la que todo el mundo hablaba. Cloe  tenía mucho miedo, pero la anciana invitó a Cloe a pasar a su casa. Estuvieron hablando. Cloe le preguntó:
- ¿Por qué siempre llevas una lupa?
La anciana le contestó:
- Está es una lupa mágica, con ella puedo ver lo que otros no. Pero hace tiempo que no funciona y fui al observatorio a ver si me la podían arreglar, pero no me creyeron, me tomaron por loca.
- ¿Pero qué le pasa? - Preguntó Cloe.
- Es que hay un riachuelo que no puedo saltar, y con mi lupa podría hacer un puente para saltarlo, pero como está rota…
- Creo que puedo ayudarte. - Dijo Cloe.
- Pero… ¿Cómo? - Preguntó la anciana.
          - Podemos poner unas piedras en el agua y después pasar por encima.
Y eso es lo que hicieron. Cloe cogió las piedras y la anciana le ayudó a colocarlas y consiguieron pasar el riachuelo.
Y desde entonces Cloe y aquella anciana se ven todos los días, y ya nadie le llamaba “la misteriosa anciana” sino “Laura “, que es su verdadero nombre.




     UNA BUENA LECCIÓN por SOFÍA ROJO
En un precioso bosque situado a la orilla de un río, vivían muchos animales pequeños y grandes, unos con plumas, otros con pelo, pero todos vivían en perfecta armonía. En ese bosque había plantas de todo tipo, desde pequeñas margaritas hasta grandes encinas. También había lagos y lagunas, piedras y arena y un riachuelo donde nadaban muchos peces de muchos  colores.
Justo en el centro de aquella enorme arboleda, al lado de una laguna, debajo de una gran encina, había una linda casita.
En ella vivía una joven erizo llamada June. Ella salía de casa, todos los días muy temprano, con una cesta, en busca de alimento. Cuando regresaba, preparaba la comida y se daba un baño en la laguna Esmeralda, que estaba al lado de su casa. Siempre  hacía lo mismo.
Pero un día, llegó  tan cansada que se tumbó en la cama y se quedó profundamente dormida. Al despertar, la cesta estaba vacía.  ¡¡ Tendría que comer de las reservas que guardaba en la despensa!! Esto empezó a pasarle muy a menudo, la comida desaparecía y no sabía por qué.
Así que una mañana decidió ir a ver a la Gran Sabia, una anciana sabina que vivía lejos, al otro lado del río.
Después de una larga caminata, llegó a la colina donde estaba el gran árbol. June le contó su problema y la sabina, que le había escuchado muy atentamente, le dio unos consejos para poder averiguar qué pasaba con su comida. Emprendió el camino de vuelta, después de comer con la anciana, y llegó a su casa al anochecer.
Cuando despertó al día siguiente decidió seguir los consejos de la sabina.
Hizo como todos los días: fue al bosque, recogió alimentos, llegó a casa y los puso sobre la mesa. Cogió la pimienta del armario y la metió dentro de los tomates.
Cerca de su casa, junto al lado del camino, construyó con ramas y hojas un escondite que le serviría de observatorio. Al cabo de un rato, vio con sorpresa como un joven erizo entraba en su casa y se llevaba la comida.
June esperó a que el erizo desapareciera, entró en su casa, cogió la lupa y siguió las huellas del erizo hasta su madriguera. Esperó... y oyó  los alaridos del ladrón que salió buscando agua.
A partir de aquel día no le volvió a faltar la comida.