martes, 18 de marzo de 2014

EL SEMBRADOR DE MOLINOS


Después de ver en clase este precioso vídeo y de disfrutar de su maravillosa música, nuestra tarea ha consistido en escribir un relato basado en lo que hemos visto.



LOS MOLINOS DE VIENTO


    Érase una vez un hombre que se llamaba Joaquín, a quien le encantaba experimentar con nuevas plantas.

    Un día descubrió que podía plantar molinos de viento.
   
   Plantó seis delante de su casa y todos los días los regaba, los cuidaba, los mimaba,... Fueron creciendo y se hicieron muy muy grandes. Si alguno se atascaba, le movía las aspas, pero sobre todo, disfrutaba de ellos.

    Una noche  de otoño hubo una tormenta con mucho viento. Hizo tanto, tanto viento, que los pobres molinos salieron volando por los aires.

    El pobre Joaquín se quedó destrozado, porque se había quedado sin sus molinos de viento. Estaba tan, tan triste que decidió quedarse en su casa durante todo el invierno.

    Y vino el invierno, y trajo mucha nieve. ¿Qué pasó con los molinos entonces? Se habían quedado enterrados bajo la tierra que había movido el viento y también bajo la nieve.

    Al fin llegó la primavera. Joaquín salió después de algunos meses de su casa y observó que había pequeños tallos de molinos de viento por todas partes.


    Estuvo toda la noche pensando y pensando cómo había ocurrido esto, hasta que dio con la idea: Los molinos de viento se habían reproducido con la tormenta porque el viento les había ayudado a esparcirse.

      A partir de entonces,Joaquín ya nunca más estuvo triste.

MENCÍA

EL SEMBRADOR DE MOLINOS

Érase una vez un hombre llamado Juan. Él era un hombre muy luchador, muy ordenado, pero sobre todo era muy sabio.
A Juan le encantaba el deporte, pero había algo que le gustaba más que el deporte y eso era cultivar. Cada mañana cultivaba molinos, y siempre se aseguraba de que no le faltara nada a los molinos.
Juan estaba muy contento y feliz porque sus molinos habían crecido muchísimo, y además había puesto todas sus ganas.
Pero un día muy frío y muy nublado llovió. Cuando dejó de llover hubo una tormenta de aire, y la tormenta hizo que los molinos de Juan se partiesen por la mitad. En casa de Juan reinaba la tristeza. Juan se fue a la cama pero antes de acostarse vio una estrella fugaz y Juan pidió un deseo:
-       Quiero que mis molinos crezcan.
Y Juan se fue a la cama.
A la mañana siguiente Juan bajó las escaleras triste, sin ganas, salió al huerto y... ¡su deseo se había concedido! Juan estaba rodeado de molinos. Aquel día fue inolvidable para Juan.


IKER MARTÍNEZ