Después de ver en clase este precioso vídeo y de disfrutar de su maravillosa música, nuestra tarea ha consistido en escribir un relato basado en lo que hemos visto.
LOS MOLINOS DE VIENTO
Érase una vez un hombre que se llamaba Joaquín, a quien le
encantaba experimentar con nuevas plantas.
Un día descubrió que podía plantar molinos de viento.
Plantó seis delante de su casa y todos los días los regaba, los
cuidaba, los mimaba,... Fueron creciendo y se hicieron muy muy grandes. Si alguno se atascaba, le movía las
aspas, pero sobre todo, disfrutaba de ellos.
Una noche de otoño hubo
una tormenta con mucho viento. Hizo tanto, tanto viento, que los pobres molinos
salieron volando por los aires.
El pobre Joaquín se quedó destrozado, porque se había quedado sin
sus molinos de viento. Estaba tan, tan triste que decidió quedarse en su casa
durante todo el invierno.
Y vino el invierno, y trajo mucha nieve. ¿Qué pasó con los
molinos entonces? Se habían quedado enterrados bajo la tierra que había movido
el viento y también bajo la nieve.
Al fin llegó la primavera. Joaquín salió después de algunos meses de su casa y observó
que había pequeños tallos de molinos de viento por todas partes.
Estuvo toda la noche pensando y pensando cómo había ocurrido
esto, hasta que dio con la idea: Los molinos de viento se habían reproducido
con la tormenta porque el viento les había ayudado a esparcirse.
A partir de entonces,Joaquín ya nunca más estuvo triste.
MENCÍA
EL SEMBRADOR DE MOLINOS
Érase una vez un
hombre llamado Juan. Él era un hombre muy luchador, muy ordenado, pero sobre todo
era muy sabio.
A Juan le
encantaba el deporte, pero había algo que le gustaba más que el deporte y eso
era cultivar. Cada mañana cultivaba molinos, y siempre se aseguraba de que no
le faltara nada a los molinos.
Juan estaba muy
contento y feliz porque sus molinos habían crecido muchísimo, y además había
puesto todas sus ganas.
Pero un día muy
frío y muy nublado llovió. Cuando dejó de llover hubo una tormenta de aire, y
la tormenta hizo que los molinos de Juan se partiesen por la mitad. En casa de
Juan reinaba la tristeza. Juan se fue a la cama pero antes de acostarse vio una
estrella fugaz y Juan pidió un deseo:
-
Quiero que mis molinos crezcan.
Y Juan se fue a la cama.
A la mañana siguiente Juan bajó las
escaleras triste, sin ganas, salió al huerto y... ¡su deseo se había concedido!
Juan estaba rodeado de molinos. Aquel día fue inolvidable para Juan.
IKER MARTÍNEZ