miércoles, 13 de abril de 2016

REDACCIONES SEMANALES 5ºB

EL   CERDO   Y    EL   CALGO

Al  cerdo no le gustaba nada que le llamaran “gordo”. Pero el galgo siempre lo hacía. Todos los días el galgo le decía:

-¡Eh! ¡Tú gordo! ¡Gordo!
Pero el cerdo no le hacía caso.
Un día el cerdo se hartó, se enfadó y se puso a llamar al galgo, flaco.
Al día siguiente, al galgo se le cayó al pozo un cachorro. Intentaron sacarle con la polea, pero no pudieron porque el galgo pesaba poco y se le ocurrió ir a pedir ayuda al cerdo:
-Buenos días señor Cerdo ¿me podría ayudar a coger un cachorro que se me ha caído al pozo?
El cerdo lo rechazó enfadado pero al ver la cara del galgo, preguntó:
-¿Si te ayudo Señor Galgo, me  dejarías de llamar “gordo”?
El galgo dijo que sí.
Al final pudieron sacar al cachorro y el galgo y el cerdo se hicieron muy amigos.
Moraleja: "Todos debemos ser amigos, independientemente de nuestra apariencia física porque todos somos iguales"

Natalia 5ºB

EL LEÓN Y LA ARDILLA
Esta historia ocurrió hace mucho tiempo, en los pueblos del norte de España.
Fue una tarde de domingo, en verano. El alcalde del pueblo iba a organizar un concurso de pesas. Dos animales se tenían que presentar al concurso y levantar 100 kilos y quién más aguantara ganaría el concurso, llevándose 200 Euros.
Los animales que vivían en el pueblo, en cuanto se enteraron, fueron al tablón de anuncios del ayuntamiento para apuntarse. Los primeros en apuntarse fueron la ardilla y el león.
Esa misma tarde, el león y la ardilla estuvieron en el escenario de la plaza mayor, donde sería  el concurso de  pesas, delante de  todo el público.
-         ¡A la de… 1, 2 y 3! – gritó el alcalde.
Los dos animales cogieron las pesas y parecían que los dos aguantaban el peso.
El león para hacerse el chulo agarró la pesa con una sola mano y gritó:
-         ¡Mirad que fuerte soy, voy a ganar el concurso seguro!
Como era mucho peso, el león no pudo con la pesa y se le cayó al suelo del escenario. La ardilla todavía la sostenía.
-         ¡Es evidente que ha ganado la ardilla, fuerte aplauso para la ardilla! – dijo el alcalde.
El público le dio un fuerte aplauso y la ardilla se fue con sus 200 euros a su casa.

Moraleja: no hay que creerse superior a los demás, aunque lo seas. 

Nicolás 5º B

          EL LEOPARDO Y LA SERPIENTE

Érase una vez un leopardo y una serpiente que eran amigos y buenos jugadores de ajedrez .Este año han sido los campeones de Europa y eran los favoritos para ganar.
La fecha del campeonato era el 24-3-1990, al haber muchos participantes ya no eran tan favoritos porque el mono y el sapo eran muy buenos.
El día 24 empiezan el torneo ganando todas las partidas previas del grupo A, el leopardo y la serpiente, y en el grupo B el mono y el gusano eran líderes.
Así hasta la final, que se enfrentan a los dos favoritos el leopardo la serpiente y el mono y el gusano. Comienza la partida y el leopardo y la serpiente están arrasando, y  muy confiados de ganar.
El leopardo mueve la reina mal, y el mono da jaque mate y ganan la final ganando a los favoritos.
Estamos entrevistando a los perdedores.  ¡Felicidades! ¿No decíais que ibais a ganar?  Si, pero nos hemos dejado ganar.

“En una competición nunca te creas el favorito, porque siempre hay alguien mejor que tú”.

Aimar 5ºB

LA COTORRA Y EL BÚHO
Había una vez en un lindo bosque un búho y una cotorra. El búho estaba en su rama, y sólo cuando creía conveniente hablaba; sin embargo la cotorra no paraba de hablar, hablaba tanto que no era capaz de guardar un secreto y cuando no tenía tema de conversación con sus amigos, se lo inventaba. Hasta el punto de que sus amigos se fueron retirando de ella, así que un día se quedó sola. Entonces, se paró a observar al callado búho y vio cómo los animales del bosque se acercaban cuando tenían algún problema y le pedían sus sabios consejos. La cotorra se acercó al búho y le preguntó:
-¿Cómo es que se acercan a ti a pedirte consejos y a mí no?
Y el búho le contestó: -Porque yo escucho, observo y sólo doy mi opinión cuando me la piden.

MORALEJA: ``No es más sabio el que más habla, sino el que observa y medita antes de hablar.´´ 

Julia 5ºB

Lucía y Luna
Un día, una perra estaba tumbada en su cama, junto a la cama de su dueña, una linda niña de once años. Mientras Lucía dormía, su perra Luna le miraba y pensaba:¡Qué aburrida es mi vida!¡No valgo para nada!¡Soy pequeña y flacucha!¡Me paso el día jugando y haciendo compañía a la niña!¡No consigo tener aventuras emocionantes!¡Y encima con esta pata que me falla y no me deja correr…!¡Qué desgraciada soy y qué pena me doy!
Mientras tanto, ella pensaba en la suerte que tenían sus amigas, que estaban libres, se pasaban todo el día en la calle, disfrutando de mil aventuras y podían  correr muy rápido…
Cuando  Lucía se levantó, desayunó y se preparó, se fueron a dar un paseo. Luna estaba tan concentrada en sus cosas, que no vio que un niño muy pequeño iba a cruzar la carretera solo.  De repente, un coche que circulaba por la carretera a gran velocidad, iba a pillar al niño. Cuando Luna lo vio, salió corriendo, y sin saber cómo, sus patas fueron a gran velocidad. Logró llegar a tiempo y salvarlo.
Más tarde, ella se decía: ¡Qué tonta he sido!¡Yo quejándome de que no valía para nada  y que no tenía aventuras! 
De repente, un coche que circulaba por la carretera a gran velocidad, iba a pillar al niño. Cuando Luna lo vio, salió corriendo, y sin saber cómo, sus patas fueron a gran velocidad. Logró llegar a tiempo y salvarlo.
Más tarde, ella se decía: ¡Qué tonta he sido!¡Yo quejándome de que no valía para nada  y que no tenía aventuras!

MORALEJA: Esta fábula de Lucía y Luna te hace ver que no hay que hacerse de menos nunca, pues todos valemos mucho.

Mireya 5ºB