LA
ENSALADA
Era un bonito
día de primavera en el huerto del señor Black. Como todas las mañanas, las
verduras del huerto se reunían en el granero para decidir quién se iba a la
ensalada. Pero esa vez faltaba la cebolla que estaba enferma. (Por eso no fue.)
De pronto comenzó el debate.
-Lechuga: Yo
creo que esta vez nos toca a las verduras verdes ir con él
-Zanahoria:
Estoy de acuerdo, pero creo que le irá perfecto un toque de color naranja a la
ensalada.
-Tomatito
bebé: Pero… ¡Yo también quiero ir!
-Repollo:
¡Orden en la sala! Verduras, hay que tomar una decisión. Los tomates ya han ido
muchas veces a la ensalada. ¿No creéis que hay que dejar a otras verduras ir?
- Tomate
madre: Vale… que vayan las zanahorias y las lechugas. Pero a la próxima iré yo.
- Zanahorias
y lechugas: ¡Bien! ¡Por fin vamos a ir! ¿Pero,
quién avisará a la cebolla de que no va a ir?
-Tomatito
bebé: Iré yo
El tomatito
llegó a casa de la cebolla. Le estuvo contando lo ocurrido. Empezó a decirle
que las lechugas comentaron que esta vez les tocaban a ellas. Las zanahorias
dijeron que estaban de acuerdo pero que también querían ir con ellas. Después
yo dije que también quería ir. Entonces el repollo puso orden y dijo que como
los tomates ya habían ido muchas veces que ahora, les tocaba a otras verduras
ir. Mi madre a regañadientes dijo que vale, que fueran ellas pero que a la
próxima iría ella. Las zanahorias y las lechugas dijeron que por fin las iba a
tocar a ellas ir. Ah! y también que quién iba a avisarte de que no ibas a ir.
Yo dije que iría y aquí estoy.